martes, 24 de agosto de 2010

ORGASMO KITSCH


Ayer llegué a Mallorca. Eran las 00:25 aproximadamente cuando entré en casa de mis padres. Tras los consabidos besos y los "¿Cómo ha ido todo?" y "¿Qué tal por Menorca?", mis ojos no pudieron evitar posarse sobre la nueva adquisición familiar: esa sopera, herencia familiar recibida hace unos días, que podéis ver en la imagen. Por unos segundos experimenté la acuciante necesidad de arrancarme las córneas para evitar que mi cerebro se licuara, incapaz de procesar las formas, los detalles y los colores de semejante monumento choni al "minimalismo de polígono".

En alguna parte de Málaga -"eso" viene de allí- hay un alfarero que se corre de gusto al recordar su más grandiosa creación.

Y seguro que es carísima.

En fin...

Otros reciben en herencia casas, millones, coches... Mi familia recibe soperas. 

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